El Bossito

Los perritos son famosos por ser el amigo más fiel del hombre, y no me extraña.  Tú nos regalaste fidelidad, bondad, alegría y simplicidad. ¿Qué más quiere un perrito sino que sus dueños le hagan caso? Y así lo pareció durante 17 años, que solo te importaba eso, como si solo vivieras para hacernos compañía a nosotros. 

Llegaste a casa tan pequeñito y adorable que parecías un peluchito, tan lindo y con cara de no romper un plato. Pero, no voy a mentir, no me acuerdo si las primeras noches de cachorrito diste mucha faena o no; y si la diste, seguro que mami se ocupó de eso, porque si hablamos de tu cuidado, la que se lleva el trofeo es mami, que te ha cuidado como un rey hasta el último de tus días. 

 Yo recuerdo que siempre te llevé allá dónde pude. A veces era a tomar un café con mis amigas, otras ir de compras, y hasta una vez te viniste a la montaña de fin de semana conmigo. Mi querido Seat Ibiza tenía listo el cinturón siempre para ti. No importa donde fuera, porque tú te ibas a portar bien. Te llevabas bien con todos los humanos y los animales (como en la foto con tu amiga Galuski). Siempre fuiste así, un perrillo educado, obediente y con cara de buena gente, de leoncillo de peluche. 

Apenas se escuchaba de lejos el ascensor, que allí ibas tú corriendo, pasillo pa’rriba pasillo pa’bajo, a recibir fielmente a tu familia. Como si usaras reloj, te sabías a qué hora llegaba yo de la universidad, a qué hora llegaba papi del trabajo, o cuando venían tete y Anna a vernos. Y mami no hacía falta, porque ella siempre te llevaba a dónde ella fuera.

Solo ladrabas por cosas importantes: para que te tiraran la pelota o para ladrar a otros perros, pero siempre desde la distancia. Y tan distancia… solo te atrevías a jugar de valiente y ladrar a otros desde el agujerito del balcón que tanto te gustaba, porque peleón que se diga nunca fuiste. 

Tantos años que nos regalaste de conformidad, felicidad, tranquilidad y paseos, hasta que tu luz poquito a poquito se iba apagando. De repente tus paseos ya no eran un lujo, sino una obligación y hasta una carga.

Pero ese es el contrato que uno hace con las mascotas, ellos firman darte todo el amor del mundo sin nada a cambio, pero tú, como dueño, tienes que cuidarlos lo mejor que se pueda, ya que al final, es lo que merecen. Tanto que no importaba las horas que papi hubiera estado trabajando que al verte la carita nunca te podía negar ese paseo que estabas esperando. 

Seguro que hay millones de mascotas en el mundo que han sido, son y serán cuidados como la misma nobleza. Pero yo solo puedo hablar de las mías, por descontado mis gatos viven la mejor vida que pueden vivir, y así es cómo has vivido la tuya tú también, Bossito.  

He visto a mami desvivirse por ti, y además has tenido una alimentación de hotel cinco estrellas. Has comido de las mejores paellas del mundo (las de la yaya), de los vermouths en familia (bueno que eras para comerte las chips y las olivas), todos los manjares de mami ahí estabas listo para hincar el diente, y es que realmente no importaba qué comida fuera, que siempre te caía algo.

Hasta que tu aparato digestivo te empezó a dar problemas, entonces lo que te caía era la pulpa de la naranja y aceititos para ayudarte a ir al baño.

Pasaste penurias varias: te operaron de hernias, estuviste ingresado porque se te encharcaron los pulmones, entre otras. Empezaste a usar pañales, a no escuchar a los silbidos y a no ver bien, y eso te duró demasiados años, pero siempre fuiste un guerrero. Cada año que iba de visita me despedía de ti, porque claro, la edad apretaba…. Sin embargo, te ayudó tu corazón de hierro a durar nada más y nada menos que 17 años. 

Y así es como te vamos a recordar siempre: fuerte y valiente; además de con el corazón más genuino y bueno que puede existir. Te vamos a extrañas todos los días y te vamos a recordar siempre, ahora son lágrimas que más adelante se convertirán en sonrisas, estoy segura. 

Buen viaje Bossito, no creo que haya perrito que te pueda superar.